The subtle prose, poetic turns, the way in which the skein of the fabulous develops into the delicate forms of suggestive structures, are some of Keila Vall de la Ville’s fiction writing attributes. Ana no duerme reveals the characters’ metaphysical realities after a meticulous observation of their behavior. Interior monologues play a determinant role, and fictional matter transcends tangible spaces, penetrating the most intimate individual problems, recreating interior experiences through visceral and sensorial perceptions.
A bottle spins at the center of these stories: the tip and the base point to intersections, to the characters’ encounters and also missed encounters: to women facing brutal realities, men that are also spirits and spirits that are men, always departing, always going somewhere; they never stay, they are always moving, inapprehensible as tenuous lights; they are candles that are lit and suddenly turn off in the imagery if this young author.
These short stories are stray bullets, they come from an ignored past and project themselves towards an uncertain future. They are pieces of time. And in them, once and again, a sort of anguish over the need to rescue something: a gesture, a name, a fragment.
— Adalber Salas. Venezuelan Writer
A narrative with an original identity that can be counted, without any doubts, among the most relevant works of Hispanic literature.
— Valore Muñoz Arteaga. Venezuelan Critic.
La sutileza de su verbo; sus altos vuelos poéticos; la manera en que la madeja de lo fabuloso va desarrollándose en las formas delicadas de una estructura sugerente son algunos de los atributos de la prosa de Keila Vall de la Ville. En Ana no duerme las realidades metafísicas de sus personajes son reflejadas tras una minuciosa observación de sus comportamientos. Así, el monólogo interior juega un papel preponderante a lo largo de estas páginas, la materia ficcional trasciende los espacios de lo tangible y penetra en las más íntimas problematizaciones del individuo, en una interiorización del yo recreada a través de percepciones sensoriales y viscerales.
Una botella gira desde el centro de estas historias: el pico y la base señalan la conjunción de los caminos, los encuentros y desencuentros de sus personajes: mujeres doblegadas por una realidad que se va desvelando ante ellas a través de brutales epifanías; hombres que son espíritus; espíritus que son hombres, siempre partiendo hacia algún lugar: nunca se quedan, se desplazan inaprensibles como luces tenues; son velas que se encienden y se apagan, de súbito, en la imaginería de esta joven autora.
Estos cuentos son como balas perdidas, que vienen de un pasado que se ignora y que se encaminan a un futuro incierto. Son trozos de tiempo. Y en ellos, una y otra vez, una suerte de angustia por rescatar algo: un gesto, un nombre, una migaja.
— Adalber Salas. Escritor venezolano.
Una narrativa con identidad propia y que cabe, sin necesidad de ruborizarse, dentro de la gran literatura latinoamericana.
— Valmore Muñoz Arteaga. Autor y crítico venezolano.